Acompañados de sus familias y un gran número de amigos, los seminaristas fueron admitidos como candidatos a las Órdenes Sagradas. Celebración que fue presidida por el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati.
“En estos hermanos contempla la esperanza viva que el Señor le otorga a su Iglesia: Yo les daré pastores, les daré pastores de acuerdo a mi corazón, yo no los voy a dejar huérfanos, estaré siempre en medio de ustedes. Y una de las expresiones con las que el Señor se hace presente constantemente en nuestra vida, acompañándola en el crecimiento de la fe, ayudándonos a crecer como discípulos y misioneros de Jesús, es el ministerio de los presbíteros, es el ministerio de los sacerdotes” dijo en su homilía.
Continuó: “Estos jóvenes que están aquí, vienen de una familia, de una vocación que lo ha antecedido, de la gracia de un matrimonio, de esa fecundidad y por consiguiente, reconoce y reconocemos con gratitud a Dios que la vocación de un hijo pasa siempre – como decía San Pío X- por el corazón de la madre, por el corazón del padre, y en el orden sobrenatural, a respuesta a nuestra vocación pasa por el corazón de Dios Padre y de la Virgen María, Nuestra Madre”.
Finalmente habló de los candidatos: “Los cinco jóvenes que hoy son presentados a la Iglesia, no desprecian el significado corporal del amor, no desprecian lo que significa la dimensión unitiva del hombre y de la mujer, no disminuye en cada uno de ellos el valor de la paternidad, y sin embargo, han recibido de Dios un regalo, un Don y ese regalo es ser un signo que anticipe en el tiempo lo que será en la eternidad la vida de todos nosotros, donde la comunión será el Don que nos une plenamente a Dios, a nuestros seres queridos y a todos los bautizados en la comunión de los santos, pero superando la barrera de la naturaleza humana”.
Al final del solemne rito que proyecta el futuro ministerial, al servicio de la Arquidiócesis de cada candidato, el padre Cristián Castro, rector del Seminario Pontificio Mayor de Santiago, destacó la importancia de la formación en este camino: “Están terminando su sexto año de formación y dentro de este período reciben el rito de admisión que es el momento oficial en que la Iglesia, a través de su pastor, del arzobispo, los acoge como candidatos oficiales a las Órdenes Sagradas”.
Frente a la falta de vocaciones señaló: “Es una gran esperanza, porque son cinco chiquillo que manifiestan la esperanza que brota de las familias de donde ellos provienen, de su vida pastoral que han tenido previamente al entrar al seminario y también de la formación misma al ingresar al seminario”.
Los próximos pasos para los seminaristas, son tres años de formación para recibir el diaconado en tránsito. Proceso que terminaría con sus ordenaciones sacerdotales.
La mies es mucha, pero los obreros pocos
Estudió derecho un año, sin embargo, a sus 25 años, Benjamín Ossandón sintió el llamado del Señor: “Estoy muy contento, porque todos los años que han pasado no han sido en vano y que el Señor llama y llama fuerte en el corazón y hay un deseo grande que permanece en el tiempo de servir a Dios y a la Iglesia”.
Marco Antonio Alvarado, en cambio, a sus 33 años, el llamado llegó en sus años de estudio de Terapia Ocupacional: “En ese mismo contexto nace la vocación, atendiendo a las personas, a los más enfermos, entonces es como un deseo interno de ayudar al Señor”.
Fuente: Comunicaciones Santiago
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