Saludo etapa discipular o filosofía
La etapa “discipular”, también llamada de estudios filosóficos, comienza una vez terminado el tiempo de Propedéutico y tiene una duración de tres años. Está marcada fuertemente por el deseo de cultivar el seguimiento del Señor, estando atento a la escucha de la Palabra y cultivando la comunión entre los miembros de la comunidad formativa. El seminarista debe cultivar una amistad profunda con el Señor, discernir su voluntad y seguirlo. Esta etapa corresponde a la pregunta que Jesús le hace a Pedro al concluir el Evangelio de Juan: ¿me amas? (Jn 21,15)
Durante esta etapa del discipulado, los dos primeros años el seminarista realiza los estudios de filosofía en la Pontificia Universidad católica de Chile, donde en un ambiente marcado por la fe y la eclesialidad, busca profundizar en la verdad más profunda de Dios y la humanidad.
Uno de los objetivos que el seminarista debe alcanzar es la integración de los diversos aspectos de la persona: fe y razón, intelecto y afectividad, éxitos y fracasos, manteniendo el deseo de crecer constantemente. También debe adquirir un hábito de oración personal, la valoración de los sacramentos, especialmente por la Eucaristía y la lectura asidua de la Palabra de Dios.
La vida comunitaria e importantísima. Los seminaristas de esta etapa buscan crecer en gratuidad y solidaridad, sirviendo de corazón a Dios y sus hermanos. Se les invita a ser universales en el trato y a compartir con otros que están en la misma búsqueda de la voluntad de Dios.
También en esta etapa los seminaristas sirven pastoralmente en algunas parroquias. Allí comparten y acompañan la vida pastoral de las comunidades, colaborando en actividades, tales como retiros, encuentros y jornadas, especialmente con los jóvenes.
Luego de rendir un examen comprensivo de todo lo aprendido en la universidad durante estos años de estudios de la filosofía (Universa de Filosofía) los seminaristas realizan la experiencia de los “Ejercicios Ignacianos”, donde durante cuatro semanas viven una experiencia de revisión de vida y oración profunda.
Esta etapa concluye con la experiencia del “Año de Pastoral”. Aquí el seminarista deja de vivir en el Seminario y parte a servir a tiempo completo en alguna parroquia, a fin de compartir la vida sacerdotal e involucrarse por completo con la comunidad parroquial a la que sirve en nombre de Cristo.
Todo lo anterior, busca que el seminarista pueda profundizar en su discernimiento vocacional, se disponga a tomar decisiones vitales definitivas y conociendo más le mundo pastoral se disponga a continuar con la etapa siguiente, conocida como “Etapa Configurativa” o de estudios teológicos.
Ahora que conoces un poco más sobre la vida de los seminaristas, te invito a comprometerte con ellos en la oración. Bendiciones abundantes
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