El 28 de octubre, se concretó el encuentro entre Monseñor Alberto Ortega Martín y el Seminario de Santiago, que surge como iniciativa de la invitación realizada por el padre Fernando Valdivieso, rector del Seminario.
Mons. Ortega comenzó dirigiéndose a los seminaristas y formadores con la intención de compartir su mirada de la Iglesia en Chile y las implicancias que de ella se desprenden para la formación sacerdotal. En dicha exposición, hizo referencia a varias reflexiones del Papa Francisco, incluidas las cartas del Papa al Pueblo de Dios que peregrina en Chile del año 2018. Luego dejó un espacio al diálogo, donde estuvo a disposición de las preguntas de parte de los asistentes. Al ser consultado sobre qué signos de esperanza y desafíos ha podido ver en la realidad de la Iglesia Chilena, Mons. Ortega destacó la pronta respuesta de la Iglesia durante el tiempo de pandemia del COVID-19, tanto en los muchos comedores sociales abiertos en las parroquias y capillas como en la atención espiritual de los sacerdotes a los enfermos; de igual forma mencionó la ayuda de la Iglesia en la crisis migratoria en Chile, el florecimiento de la vocación del diaconado permanente y del protagonismo de los fieles laicos. Otro signo de esperanza en que se detuvo, fue en los avances formativos y acciones preventivas de la Iglesia como respuesta a los dolorosos casos de abusos conocidos en la Iglesia chilena.
Posteriormente, se dio paso a la celebración de la Eucaristía, donde Mons. Ortega destacó en su homilía la invitación de San Pablo “a la oración de intercesión, que es un elemento fundamental de la vida de los sacerdotes y por tanto ya estamos invitados desde el momento del seminario. Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas animados por el Espíritu, dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermano. Es una invitación preciosa. Es lo más importante… es lo que menos se ve del ministerio pero es lo más importante. La oración por los hermanos. Y ese es el sentido… y que bonito que lo cuiden también en el seminario, también de la oración de la Iglesia, de la liturgia de las horas. Lo más importante es interceder por los hermanos y luego, uno hace lo que puede, pero la labor fundamental es del Señor”.
“Me quedo con alegría y con esperanza de saber que, gracias a Dios, hay jóvenes que quieren entregar la vida con una gran apertura de corazón, en un ambiente muy bueno… y mi deseo es también que, gracias al ejemplo y a la presencia de estos jóvenes, hayan muchos otros que se animen a imitarles y a seguir entregando la vida porque hace falta sacerdotes, sobre todo, sacerdotes santos, que sean pastores según el corazón de Cristo“, señaló Mons. Ortega antes de retirarse del Seminario.
La comunidad del Seminario, junto con agradecer la presencia de Mons. Alberto Ortega, su cercanía y testimonio, manteniendo su compromiso en la oración por su misión como representante del Papa en medio del Pueblo de Dios que peregrina en Chile.
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