Año Pastoral 2024


Un nuevo seminarista es enviado con alegría a esta experiencia formativa.

El pasado sábado 02 de marzo, en el contexto de la celebración de la eucaristía que concluyó el retiro de inicio de año 2024, predicado por el p. José María Recondo, fue el momento escogido para realizar el envío del año pastoral 2024. 

En un ambiente de acción de gracias por los frutos del retiro, pero también con una disposición al envío de parte de toda la comunidad, el seminarista Andrés Allende recibió la oración de bendición de parte del rector del Seminario, el p. Fernando Valdivieso, quien, recogiendo elementos del retiro, lo alentó a ser "pan" para los demás y a querer a su nueva comunidad parroquial. 

Antes de partir a la casa que lo acogerá durante este año, en la Parroquia Cristo Resucitado de Maipú, Andrés Allende nos comparte algunas de sus impresiones previas:

¿Qué significa para ti comenzar la experiencia del año pastoral?

“Lo primero, es dar un paso importante… ósea el paso importante es todo el año pastoral… pero, iniciarlo es comenzar a vivir un proceso muy importante en mi formación. Un proceso de discernimiento, de conocer una realidad parroquial de forma mucho más intensa, mucho más desde adentro. Lo primero es eso, la posibilidad de conocer más activamente la que, lo más probable, sería la realidad que como sacerdote tendría, si Dios quiere que me ordene. Y, además, es significativo porque es la primera vez que voy a estar viviendo fuera de un marco institucional, con responsabilidades académicas. O sea, desde que entré al jardín infantil, a los tres años, que no vivo en un ambiente mucho más relajado en cuanto a carga académica. Espero que, por el contrario, no sea relajado en carga emocional y vocacional”.

¿Cuál crees que será el aporte de esta experiencia en tu formación sacerdotal?

“Lo principal, es un aporte al discernimiento vocacional. Desde hace un buen tiempo ya, que el Señor me ha ido acompañando en la oración, mostrándome luces por donde me quiere conducir y siempre con la nota especial, siempre remitimos en la oración en lo mismo, que el retiro ignaciano y el año pastoral van a ser fundamentales en el discernimiento. Bueno, ya viví el “ignaciano”, ahora en el año pastoral con toda la nota que decía de conocer la realidad parroquial, conocer a la gente de cerca. Eso es lo principal. 

Y también, respecto a la formación, ver como vivo fuera de marcos estrictos de trabajo. Aquí en el Seminario estamos muy protegidos… que es muy sano, es muy valioso, pero considero que va a ser una instancia para salir a ver cómo me comporto frente a ese mundo incierto que se me presenta”. 

¿En qué aspectos estos años de formación en el Seminario te han preparado para el año pastoral?

“Lo primero, un conocimiento y acercamiento a Jesucristo, a Dios, desde la afectividad, desde el amor, desde una relación íntima con él y desde lo más profundo de mi ser, de quien soy, de mi identidad. Sin eso, siento que estaría yendo en pañales al año pastoral. Que estaría yendo sin un sustrato firme. 

Segundo, herramientas tanto intelectuales como humanas y pastorales. Lo intelectual que me da la universidad. Los cursos en el propedéutico relacionados con la psicología y el trabajo de la asertividad. Pero también, en cuanto a lo humano, está todo el trabajo comunitario que vivimos aquí en el Seminario, que espero tenga fruto también en cómo enfrento a la comunidad, tratando de ser líder y ser servidor, ser discípulo y ser maestro, dentro de lo que me corresponda. 

Entonces, esas dos cosas, como el conocimiento de Jesús y las herramientas intelectuales, humanas y pastorales”. 

¿Cuáles son tus deseos para este nuevo tiempo de formación?

“El primer deseo es no abandonarlo a Él, no abandonar al Señor. Que él me de la fuerza y la gracia de siempre volver a su lado, por muy lejos que me sienta, por muy distante que me pueda estar quedando de él. 

El segundo, que me dé la humildad para acercarme al otro, acercarme a los miembros de la comunidad, al párroco, a otros sacerdotes, a mis hermanos aquí en el Seminario. La humildad para acoger, escuchar, aconsejar si es necesario. Humildad para reconocer que al final la obra es de Dios, a través de mí. No es mi obra. 

Y el tercero, algo muy humano y práctico… que la “embarre” lo menos posible, que cometa los menos errores posibles y si los comento, que el Señor me ayude a afrontar las consecuencias y a vivirlos con responsabilidad”. 

Como comunidad del Seminario, acompañamos a Andrés con nuestro cariño y oraciones e invitamos a la comunidad eclesial a unirse en nuestras intenciones, para que Andrés pueda tener un año pastoral de mucho fruto para su vida, su fe y su formación sacerdotal.

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